domingo, 21 de octubre de 2012

NO ES ORO ESO QUE RELUCE






En un sinfín de ocasiones, y movidos por el echo de afrontar nuevas empresas llenas de desafíos, solemos crear en nuestra imaginación un halo de esperanzas y expectativas. Un mundo lleno de situaciones utópicas que tienen como función, insuflar cierto aliento y valentía con que poder afrontar momentos nunca antes vividos. Digamos que, desde el fondo de nosotros, surgen unos mecanismos de defensa que nos envalentonan, cual antídoto, para afrontar nuestros miedos a lo novedoso.

Engañaría, a mí en primer lugar y al lector a continuación, si reconociera que el ideal  que inventé antes de embarcarme en este viaje, se transformó en realidad tangible al pisar tierras peruanas. Mentiría si reconociera que esto es como lo esperaba desde la distancia. Uno piensa que el  voluntario, es aquel que ofrece su bien mas preciado, su tiempo a coste cero, en periodos de trabajo, que a priori apenas le dejarían instantes de descanso. Pero, querido lector, como dije antes, le estaría engañando.

La utopía de este iluso, donde todo era de color de rosa, la protagonizaban: proyectos con agotadoras sesiones de trabajo; coordinadores a la altura de una ONG internacional; voluntarios cuyas pretensiones iban ligadas a la extraña intención de empaparse con la cultura, idioma, y tradiciónes locales…Me ilusionaba con la idea de experimentar unos meses de incansable cooperación. Pero tiempo ha, descubrí, que la perfección es esa extraña palabra que solo sale a la luz en las películas hollywoodienses.

Al llegar aquí, uno se estrella de bruces con la realidad existente. Una situación donde la figura predominante es la descoordinación, la cual, estaría a la altura de la falta de información acerca del proyecto asignado. Una incompetencia que, a uno, le llevan a estar durante las primeras semanas, sin nada mejor que hacer que holgazanear a orillas del Pacífico o, con ordenador en mano, creerse digno del Premio Planeta. Uno empieza a desilusionarse viendo como, en su mayoría, el voluntario internacional no busca, salvo sesión fotográfica cultural, tomar contacto real con la tierra, tradiciones y gentes con las que convivirán durante semanas o meses. Bien es cierto que sabia donde me metía, en una ONG inglesa. Era conocedor, que el idioma predominante sería el anglosajón, y es por esto que intento hacer mis pinitos en la  lengua de Shakespeare. Aún así, me sigue asombrando que el voluntario, salvando contadas excepciones, no tiene ninguna intención de aprender el idioma que usan por estas latitudes, es mas, atrevería a afirmar, que no tienen intención de introducirse en su cultura y en sus tradiciones.

También faltaría a la verdad si dijera que las primeras semanas, y motivado por las situaciones anteriores y muchas otros sucesos demasiado largos para redactar en escaso folio y medio, no rondó por mi mente la idea, cobarde por otro lado, de acortar mi aventura en Perú. Así que para silenciar esa vocecilla que iba aumentando dentro de mi. Decidí que era hora, ya, de empezar a buscar aquello por lo que vine aquí. Ya era hora de empezar a conocer Perú. Y quién mejor para enseñármelo que el propio peruano.

Hablando con el peruano, uno descubre que es compatible, y nada difícil, acallar la curiosidad del gringo utilizando siempre la mejor de sus sonrisas. Hacen real el típico tópico del voluntario “a pesar de no tener mucho, lo poco que tienen te lo ofrecen”. El peruano se viste, en muchas ocasiones, de guía turístico improvisado. E incluso, es capaz de acompañar al extranjero, al que apenas conoce, en la caza del apartamento perfecto. Por no decir, que en innumerables ocasiones  actúan de regateadores amigos, evitando así que un pelo rubio, ojos azules y piel clara, sean sinónimos de engaño.

Supongo, y sé, que, al igual que en cualquier parte del mundo, por aquí también se estila el pillaje, la agresión y el robo. Y aunque no pretendo conocerlos de primera mano, aún me queda tiempo acá. Mi percepción puede verse modificada en función de vivencias futuras. De momento, y haciendo balance, atrás queda esa imagen, negativa y oscura, del peruano ladrón, conflictivo, e incluso asesino, que crean todas aquellas historias encabezadas con, el ya mítico, “una vez..al primo del primo de un amigo…”. Una imagen que se tornó en simpatía, amabilidad y servicialidad, todo ello, claro está, aderezado con eternas sonrisas

En mis proyectos, algún día también hablaré sobre ellos, se trabaja con las gentes mas humildes de esta zona, cuyos barrios son conocidos, aquí, como los malos. Tomando palabras de un propio peruano, trabajo con “lo peor, de lo peor”. Pues bien, un peor de la peor parte de Trujillo, hace días que dijo una de las frases mas bonitas que escuche en los últimos meses…”Luis…nos gustan los extranjeros como tú, porque vienen a acá portando su corazón humilde”.



Y es que, en muchas ocasiones, el oro no es lo que mas reluce.


Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro "mierda un peor".  El caso es que he escrito lo que quería escribir


Haciendo el peor desde Huanchaco


Luis



P.D. Simplemente porque durante esta semana vi llover en un día soleado. Y como es la primera vez que siento la lluvia en Perú…la canción de la semana va para…




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