domingo, 14 de octubre de 2012

CUANDO SE TERMINA EL SOBRE...



Ya no es nada sorprendente ver como, cada vez en mayor número, el español elimina sus miedos innatos de salir al extranjero. Pierde la vergüenza y la comodidad del hogar, y se lanza a la aventura. Bien por necesidades laborales y/o económicas. Bien motivado por estudios superiores. Bien por la curiosidad de conocer nuevos territorios. O alentado, sin mas, por un sinfín de posibles bienes, que le lleven a estar durante unos días, semanas, meses o años fuera del país del flamenco, los toros, la tortilla y olé.

Pues bien, todo buen español sabe, que quien realmente domina su hogar y su entorno, es su figura femenina de referencia, puede ser  la  madre, la abuela, o incluso en menor medida, su hermana. Es curioso ver, algún lector me podrá entender en lo siguiente, que la principal preocupación de éstas es la alimentación  de su retoño, con frases clásicas y tan escuchadas como: “¡Ay mi chico!...que hambre vas a pasar” o “a saber que guarrerías vas a comer por ahí…”. Y aquí es donde entra en escena el equipo de salvamento de una buena madre y/o abuela.

kit de salvamento



En los momentos previos, donde imperan los nervios por el inminente viaje, y cuando uno centra su principales preocupaciones en el tipo de vestimenta que se ha de llevar o en los kilos que pesa la maleta de turno, porque sí…los españoles por naturaleza somos algo “ratones” o tacaños, así que tendemos a pesar hasta el último gramo para evitar el exceso de equipaje; Cuando uno lleva varias horas jugando al TETRIS con su maleta, viendo como poner las zapatillas, si "¿en forma de “L”?" o "¿en forma de “T”?" o "¿quizá todo quedaría mejor si formo una “I”?". Siempre, y cuando digo siempre es siempre, surge desde las sombras esa mano conocida portando el ya famoso, para el viajante,  sobre o sobres de embutidos al vacío, normalmente rellenos de jamón, chorizo o similares. Una mano, que te invita a introducirlos en la maleta. Y ahí es, cuando el nervioso viajero de turno piensa: “Mierda!...con lo cerca que estaba de batir mi récord al TETRIS…gracias por llevarme al GAME OVER…”.

¿Por qué todo este prólogo innecesario? Porque ayer, me comí mi último sobre de jamón. Y como un buen español, lo hice en compañía, para quizá, sentir con cierto orgullo, como alguien europeo comenta algo bueno sobre nuestro país, tan difícil en estos tiempos. Halagos que, bien por cumplir, suelta aquel que se sabe privilegiado al estar degustando un sabor ciertamente exótico, el sabor de España. Pero querido lector, si algo he aprendido con el paso de los sobres, es que el extranjero no puede disfrutar el jamón, solo puede llegar a comerlo.

Con el paso de los días, con cada sobre que iba finalizando, pensaba por qué era tan especial para el emigrante comer ese producto que tantas veces a probado hasta la saciedad. ¿Quizá la ausencia de estos productos en el extranjero?; ¿Su aroma a meses de curación?; ¿Su sabor?; ¿El rastro aceitoso que deja en los dedos del consumidor? Finalmente, y tras acabar con la ultima pieza de producto tan codiciado, llegué a la conclusión que, para el emigrante,  el principal hecho que convierte algo común en un bien preciado, es que, al tocarlo, al olerlo, al paladearlo, incluso para los mas románticos, al cerrar los ojos al tragarlo, nos acordamos de aquella mano, de aquella madre, de aquella abuelita, y si.., incluso de aquella hermana, que vistiéndose de pitonisas ya auguraban un futuro lleno de comistrajos. Supongo que es, en este preciso momento, cuando uno se da cuenta que empieza a echar algo de menos su hogar. Es entonces cuando uno  agradece, de forma silenciosa y solitaria, a aquella mano el haberle hecho sentir unas semanas mas como en casa.

Y llegados a este punto, el emigrante solo se puede consolar admirando, desde la distancia, un recipiente de plástico que hasta hace escasos momentos contenía unos pocos gramos de España. Porque, uno se da cuenta, que los únicos recuerdos que le quedan, son los momentos pasados que, como fotografías, aparecen en su mente al tratar de rencontrarse con situaciones  vividas. Bueno, y para ser justos, también le queda esa banderita repleta de buenos deseos , ánimos y pensamientos, que un grupo de peores tal noche como hoy, hace ya casi un mes, le entregaban junto a una tarta, quizá la dueña del peor sabor que nunca existió, pero sin lugar a dudas, con la que el emigrante mas disfrutó.


Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro "mierda un peor". El caso es que he escrito lo que quería escribir.


Haciendo el peor desde Huanchaco

Luis



P.D. La canción de esta semana…por estar con cierta morriña, recordando que hace casi un mes que estoy fuera, es para...






1 comentario:

  1. Grande Luisaben!! Ya me he puesto al día con tu blog, que todavía no lo conocía! Y me parece muy interesante, me gustan tus reflexiones y que vayas mezclándolas con tus experiencias por allí.
    Y encima si pones a Serrat ya me tienes ganado! jeje

    Espero que sigas con este ritmo de entradas para poder seguirte por aqui.

    1Abrazo!!

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