domingo, 28 de octubre de 2012

PERUANO AL VOLANTE....





Hoy, último día de mi quinta semana huanchaqueando, decidí tratar sobre el único aspecto que me desagrada, incluso se podría decir que me irrita, de la cotidianidad peruana. Sé, que cualquier antropólogo, o persona con cierta coherencia, no verá con buenos ojos el hecho de criticar ciertos aspectos de una cultura distinta a la mía. Antes de empezar a escribir esta nueva entrada, soy consciente que puedo estar cayendo en cierto etnocentrismo, que recuerdo para aquel lector mas despistado, es la tendencia a creer que los valores, cultura, costumbres,…propios son superiores a los del resto. Por lo que, pidiendo disculpas de antemano a quien pudiera molestar, escribiré sobre esa cosa que me indigna incluso, en ocasiones,  me hace rabiar…El tráfico en las ciudades peruanas.

Soy conocedor de la dificultad que atañe el querer describir situaciones que, para el lector, pueden ser inimaginables. Pero trataré de hacerlo, ya que quiero hacer participe de mi enfado a todo aquel a quien le pudiera interesar.Creo recordar que en la primera entrada de mi blog, comenté cierto percance sufrido, en Lima, con un semáforo y un paso de peatones. Pues bien, no es que el tráfico en Perú haya mejorado desde entonces. Sinceramente creo que empeora con el paso de los días.

 Podría sonar algo exagerado si afirmo que, para el conductor peruano,  la figura del peatón no tiene cabida en los asfaltos metropolitanos. E incluso,  me atrevería a decir que, en su ideal de circulación vial, el peatón es aquel personaje que, cual farola, debe espera  su medio de transporte impasiblemente en la acera. Sin trazos cebrados que interrumpan su oscuro asfalto. Sin colores rojos que  hagan detener sus eslalones camicaces. Una fantasía donde solo estarían presentes, su carro, su carretera y, como no, su claxon.

Siempre pensé que el tráfico hacia de Madrid la ciudad mas ruidosa con la uno se podía encontrar. ¡Necio de mi!. Una cosa peruana que, sin duda, no extrañaré es el claxon y la forma, tan sutil, que tienen de usarlo. Hay dos fines por los que hacer sonar su claxon. El gringo, o turista, suele aprender rápidamente la primera tipología. Un pitido que nos avisa sobre el hecho de estar a escasos segundos de ser atropellados. Esta se soluciona, rápidamente, esquivando al coche, como si de un Miura se tratase.

La segunda,  que aborrezco totalmente, es algo mas compleja de aprender. Se suele descubrir con el paso de los días. Tienen como protagonistas a los taxis, que si mis cuentas no me fallan forman el 90% del parque automovilístico peruano. En ella los actores principales sufren el,  por aquí común, síndrome de “Lamanopegadaalpito”, no se evada el lector en otros temas que no son menester. Los taxistas que sufren de esta enfermedad no pueden dejar de hacer sonar su claxon, ya que entienden que el inocente peatón caerá rendido en el asiento de aquel que demuestre tener un pito mas sonoro y mas grande. Pero no contentos con taladrar los tímpanos del viandante, quizá solo esté leyendo su periódico, comiendo su helado o contemplando las hermosas vistas, suelen reducir  la velocidad  de sus coches hasta asemejar su paso al del humano, y estando a tu altura, te observan de arriba abajo poniendo esa cara  de “te ofrezco mis servicios por un módico precio”. Y, aquí es, dependiendo del nivel de enfado, irritación o, incluso, dependiendo del número de tímpanos perforados, cuando uno puede responder eso de  “no gracias” o un sonoro y grave “NO!!” acompañado, claro está, de una razonable expresión de enfado.

Para finalizar con el tema sonoro. Me gustaría dar a conocer cierta situación que se da con asiduidad y acrecienta, mas si cabe, el ambiente surrealista que uno puede encontrar por aquí. Por todos es sabido que, al menos en España, ciertos vehículos, sobre todo aquellos mas pesados o con carácter público como ambulancias, emiten cierto pitido al iniciar el movimiento de retroceso, o marcha atrás. Si el lector pone algo de imaginación seria algo así como un clásico “PI…PI…PI…”. Pues bien por estas latitudes es muy común, y cuando digo común no me refiero a uno o  dos casos aislados, que al utilizar dicho retroceso,  suene, de serie, un pitido semejante a la, clásica y conocida canción, Lambada.




Dejando atrás los molestos ruidos, ahora, me centraré en su forma de conducir. Cuando el joven español se torna en adulto, recuerda con cierta melancolía como, subido a su bicicleta, con un simple movimiento de manos podía indicar, al resto de vehículos, la dirección que tenía pretendida tomar. Aquí no tienen ese tipo de melancolías. Ciertos conductores las siguen realizando, es mas, piensan que son capaces de frenar al resto de vehículos con  simples “para..para”. Desestimando la idea,  probable, que el dueño del otro coche solo frenó para evitar tener que mandar su coche, pieza por pieza, al desguace.

Si algo estoy aprendiendo aquí es desechar la, extraña y europea, idea que el vehículo que se encuentra dentro de una rotonda es quien tiene preferencia. En Perú todo cambia. La rotonda, acá óvalo, se torna en circo romano, y quien sale siempre victorioso, es aquel auto que tarda mas en ceder, quién esta dispuesto a arriesgar su vida, y las de sus ocupantes, para alcanzar la efímera gloria de ser quien  primero salió de ella. Gloria, que se volverá a poner en juego en el siguiente óvalo

Así que después de todo esto y mucho mas, omitido por falta de espacio, tiempo y ganas, a uno solo le queda cruzar los dedos, rezar sus oraciones y decir eso de “virgencita virgencita…que me quede como estoy”

Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro "mierda un peor".  El caso es que he escrito lo que quería escribir


Haciendo el peor desde Huanchaco

Luis


P.D. Porque esta semana conocí a niños que juegan donde no hay nada. Niños que son y serán los dueños de tierras que se llaman Miseria…y aunque, por suerte, por aquí no haya armas en manos inocentes…mi canción de la semana no puede dejar de ir para…





domingo, 21 de octubre de 2012

NO ES ORO ESO QUE RELUCE






En un sinfín de ocasiones, y movidos por el echo de afrontar nuevas empresas llenas de desafíos, solemos crear en nuestra imaginación un halo de esperanzas y expectativas. Un mundo lleno de situaciones utópicas que tienen como función, insuflar cierto aliento y valentía con que poder afrontar momentos nunca antes vividos. Digamos que, desde el fondo de nosotros, surgen unos mecanismos de defensa que nos envalentonan, cual antídoto, para afrontar nuestros miedos a lo novedoso.

Engañaría, a mí en primer lugar y al lector a continuación, si reconociera que el ideal  que inventé antes de embarcarme en este viaje, se transformó en realidad tangible al pisar tierras peruanas. Mentiría si reconociera que esto es como lo esperaba desde la distancia. Uno piensa que el  voluntario, es aquel que ofrece su bien mas preciado, su tiempo a coste cero, en periodos de trabajo, que a priori apenas le dejarían instantes de descanso. Pero, querido lector, como dije antes, le estaría engañando.

La utopía de este iluso, donde todo era de color de rosa, la protagonizaban: proyectos con agotadoras sesiones de trabajo; coordinadores a la altura de una ONG internacional; voluntarios cuyas pretensiones iban ligadas a la extraña intención de empaparse con la cultura, idioma, y tradiciónes locales…Me ilusionaba con la idea de experimentar unos meses de incansable cooperación. Pero tiempo ha, descubrí, que la perfección es esa extraña palabra que solo sale a la luz en las películas hollywoodienses.

Al llegar aquí, uno se estrella de bruces con la realidad existente. Una situación donde la figura predominante es la descoordinación, la cual, estaría a la altura de la falta de información acerca del proyecto asignado. Una incompetencia que, a uno, le llevan a estar durante las primeras semanas, sin nada mejor que hacer que holgazanear a orillas del Pacífico o, con ordenador en mano, creerse digno del Premio Planeta. Uno empieza a desilusionarse viendo como, en su mayoría, el voluntario internacional no busca, salvo sesión fotográfica cultural, tomar contacto real con la tierra, tradiciones y gentes con las que convivirán durante semanas o meses. Bien es cierto que sabia donde me metía, en una ONG inglesa. Era conocedor, que el idioma predominante sería el anglosajón, y es por esto que intento hacer mis pinitos en la  lengua de Shakespeare. Aún así, me sigue asombrando que el voluntario, salvando contadas excepciones, no tiene ninguna intención de aprender el idioma que usan por estas latitudes, es mas, atrevería a afirmar, que no tienen intención de introducirse en su cultura y en sus tradiciones.

También faltaría a la verdad si dijera que las primeras semanas, y motivado por las situaciones anteriores y muchas otros sucesos demasiado largos para redactar en escaso folio y medio, no rondó por mi mente la idea, cobarde por otro lado, de acortar mi aventura en Perú. Así que para silenciar esa vocecilla que iba aumentando dentro de mi. Decidí que era hora, ya, de empezar a buscar aquello por lo que vine aquí. Ya era hora de empezar a conocer Perú. Y quién mejor para enseñármelo que el propio peruano.

Hablando con el peruano, uno descubre que es compatible, y nada difícil, acallar la curiosidad del gringo utilizando siempre la mejor de sus sonrisas. Hacen real el típico tópico del voluntario “a pesar de no tener mucho, lo poco que tienen te lo ofrecen”. El peruano se viste, en muchas ocasiones, de guía turístico improvisado. E incluso, es capaz de acompañar al extranjero, al que apenas conoce, en la caza del apartamento perfecto. Por no decir, que en innumerables ocasiones  actúan de regateadores amigos, evitando así que un pelo rubio, ojos azules y piel clara, sean sinónimos de engaño.

Supongo, y sé, que, al igual que en cualquier parte del mundo, por aquí también se estila el pillaje, la agresión y el robo. Y aunque no pretendo conocerlos de primera mano, aún me queda tiempo acá. Mi percepción puede verse modificada en función de vivencias futuras. De momento, y haciendo balance, atrás queda esa imagen, negativa y oscura, del peruano ladrón, conflictivo, e incluso asesino, que crean todas aquellas historias encabezadas con, el ya mítico, “una vez..al primo del primo de un amigo…”. Una imagen que se tornó en simpatía, amabilidad y servicialidad, todo ello, claro está, aderezado con eternas sonrisas

En mis proyectos, algún día también hablaré sobre ellos, se trabaja con las gentes mas humildes de esta zona, cuyos barrios son conocidos, aquí, como los malos. Tomando palabras de un propio peruano, trabajo con “lo peor, de lo peor”. Pues bien, un peor de la peor parte de Trujillo, hace días que dijo una de las frases mas bonitas que escuche en los últimos meses…”Luis…nos gustan los extranjeros como tú, porque vienen a acá portando su corazón humilde”.



Y es que, en muchas ocasiones, el oro no es lo que mas reluce.


Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro "mierda un peor".  El caso es que he escrito lo que quería escribir


Haciendo el peor desde Huanchaco


Luis



P.D. Simplemente porque durante esta semana vi llover en un día soleado. Y como es la primera vez que siento la lluvia en Perú…la canción de la semana va para…




domingo, 14 de octubre de 2012

CUANDO SE TERMINA EL SOBRE...



Ya no es nada sorprendente ver como, cada vez en mayor número, el español elimina sus miedos innatos de salir al extranjero. Pierde la vergüenza y la comodidad del hogar, y se lanza a la aventura. Bien por necesidades laborales y/o económicas. Bien motivado por estudios superiores. Bien por la curiosidad de conocer nuevos territorios. O alentado, sin mas, por un sinfín de posibles bienes, que le lleven a estar durante unos días, semanas, meses o años fuera del país del flamenco, los toros, la tortilla y olé.

Pues bien, todo buen español sabe, que quien realmente domina su hogar y su entorno, es su figura femenina de referencia, puede ser  la  madre, la abuela, o incluso en menor medida, su hermana. Es curioso ver, algún lector me podrá entender en lo siguiente, que la principal preocupación de éstas es la alimentación  de su retoño, con frases clásicas y tan escuchadas como: “¡Ay mi chico!...que hambre vas a pasar” o “a saber que guarrerías vas a comer por ahí…”. Y aquí es donde entra en escena el equipo de salvamento de una buena madre y/o abuela.

kit de salvamento



En los momentos previos, donde imperan los nervios por el inminente viaje, y cuando uno centra su principales preocupaciones en el tipo de vestimenta que se ha de llevar o en los kilos que pesa la maleta de turno, porque sí…los españoles por naturaleza somos algo “ratones” o tacaños, así que tendemos a pesar hasta el último gramo para evitar el exceso de equipaje; Cuando uno lleva varias horas jugando al TETRIS con su maleta, viendo como poner las zapatillas, si "¿en forma de “L”?" o "¿en forma de “T”?" o "¿quizá todo quedaría mejor si formo una “I”?". Siempre, y cuando digo siempre es siempre, surge desde las sombras esa mano conocida portando el ya famoso, para el viajante,  sobre o sobres de embutidos al vacío, normalmente rellenos de jamón, chorizo o similares. Una mano, que te invita a introducirlos en la maleta. Y ahí es, cuando el nervioso viajero de turno piensa: “Mierda!...con lo cerca que estaba de batir mi récord al TETRIS…gracias por llevarme al GAME OVER…”.

¿Por qué todo este prólogo innecesario? Porque ayer, me comí mi último sobre de jamón. Y como un buen español, lo hice en compañía, para quizá, sentir con cierto orgullo, como alguien europeo comenta algo bueno sobre nuestro país, tan difícil en estos tiempos. Halagos que, bien por cumplir, suelta aquel que se sabe privilegiado al estar degustando un sabor ciertamente exótico, el sabor de España. Pero querido lector, si algo he aprendido con el paso de los sobres, es que el extranjero no puede disfrutar el jamón, solo puede llegar a comerlo.

Con el paso de los días, con cada sobre que iba finalizando, pensaba por qué era tan especial para el emigrante comer ese producto que tantas veces a probado hasta la saciedad. ¿Quizá la ausencia de estos productos en el extranjero?; ¿Su aroma a meses de curación?; ¿Su sabor?; ¿El rastro aceitoso que deja en los dedos del consumidor? Finalmente, y tras acabar con la ultima pieza de producto tan codiciado, llegué a la conclusión que, para el emigrante,  el principal hecho que convierte algo común en un bien preciado, es que, al tocarlo, al olerlo, al paladearlo, incluso para los mas románticos, al cerrar los ojos al tragarlo, nos acordamos de aquella mano, de aquella madre, de aquella abuelita, y si.., incluso de aquella hermana, que vistiéndose de pitonisas ya auguraban un futuro lleno de comistrajos. Supongo que es, en este preciso momento, cuando uno se da cuenta que empieza a echar algo de menos su hogar. Es entonces cuando uno  agradece, de forma silenciosa y solitaria, a aquella mano el haberle hecho sentir unas semanas mas como en casa.

Y llegados a este punto, el emigrante solo se puede consolar admirando, desde la distancia, un recipiente de plástico que hasta hace escasos momentos contenía unos pocos gramos de España. Porque, uno se da cuenta, que los únicos recuerdos que le quedan, son los momentos pasados que, como fotografías, aparecen en su mente al tratar de rencontrarse con situaciones  vividas. Bueno, y para ser justos, también le queda esa banderita repleta de buenos deseos , ánimos y pensamientos, que un grupo de peores tal noche como hoy, hace ya casi un mes, le entregaban junto a una tarta, quizá la dueña del peor sabor que nunca existió, pero sin lugar a dudas, con la que el emigrante mas disfrutó.


Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro "mierda un peor". El caso es que he escrito lo que quería escribir.


Haciendo el peor desde Huanchaco

Luis



P.D. La canción de esta semana…por estar con cierta morriña, recordando que hace casi un mes que estoy fuera, es para...






lunes, 8 de octubre de 2012

UN CLÁSICO POCO CLÁSICO






Me toca volver a escribir, aun no se porque me auto-impuse el hecho de escribir cada tres o cuatro días. Supongo que es demasiado estimulante, el pensar, que quizá le pueda interesar a alguien todo esto. El caso es que estando medio adormilado en mi cama, veía como se acababa el plazo para entregar, como si aun estuviera en el colegio, y tuviera que presentar mi última redacción.

Hoy decidí hablar, seguro que algún lector puede estar empachado de este tema, sobre el Barcelona-Real Madrid de esta semana. No creo que sea muy original escogiendo esta temática, imagino que medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, habrán exprimido hasta la última gota exprimíble de este clásico enfrentamiento. A mi me gustaría ofrecer el punto de vista del aficionado que ha de vivírlo desde la distancia

¿Qué me pareció el partido? No se por donde comenzar, si por el principio o por el fin, aunque a decir verdad, son una misma cosa. No lo vi. Tuve, por primera, vez noticias de él, cuando estando en una feria de artesanía un vendedor dijo aquello de “¿De donde sos?...ah! España.. .¡Buen partido hoy!...Un empate muy lindo..2 goles de Messi y 2 de Ronaldo” Mi respuesta fue instantánea: “ok…¿Cuanto cuesta este poncho?”

Para ser sinceros creo, desde que tengo uso de razón, es el primer enfrentamiento Barcelona-Madrid que dejo de ver. Y no es que no tuviera opción, creo que de haber buscado el modo, lo hubiera conseguido... Si, puede parecer un sacrilegio, incluso en otro tiempo para mi también lo habría sido, pero supongo que aquí se vive en una especie de burbuja, de la que uno no puede o no quiere salir. En otro tiempo, habría estado nervioso a medida que los días me acercaban al encuentro. En otro tiempo, habría realizado mi clásica previa, donde uno se empieza a envalentonar contra el rival, visualizando partidos históricos repletos, en mi caso, de madridismo. En otro tiempo, habría estado preparando una semana, una situación de apenas 90 minutos. Pero, amigo lector, aquí todo es diferente.

En Huanchaco, donde el que escribe reside, la vida es distinta, supongo que parecida a la España de la década de los 80 y 90 del anterior siglo XX. Por aquí, y por suerte, aun está desterrada, a mucha distancia, la tecnología. Esa tecnología de la que el extranjero se siente tan orgulloso y, la cual, le hace creer que ser un espécimen mas avanzado que el resto. En esta tierra, he vuelto a tener el lujo, de utilizar un teléfono cuya aplicación mas interesante es una linterna que apenas alumbra a un milímetro de distancia. Por aquí, aún hay gente que elige apalabrar el lugar y el sitio de sus reuniones con un día de antelación, confiando en el buen hacer del resto y/o en la creatividad de sus excusas. En el pueblo donde vivo, las televisiones se utilizan, como ese objeto al que se da vida cuando no hay nada mejor que hacer. Porque aquí, uno puede tener la suerte de encontrarse con automóviles que se creían extintos. Ayer mismo, pude reencontrarme con un Renault 4, como el de mi abuelo, con el que unos argentinos tenían como objetivo atravesar todo el continente, desde su país, hasta si no recuerdo mal, México.

Siempre me tuve como alguien a quien no le importaba en demasía las nuevas tecnologías, quizá por ser conocedor de esa frase que me persigue desde hace tiempo “Luis, hay dos tipos de hombre, los manitas y los manazas. Tu eres de estos últimos” O quizá, por pensar, que el ser un abanderado de la antitecnología hacía a uno distinto del resto, aunque en la solitaria realidad, fuese un consumista mas. He descubierto, por mi actual situación, que hay una vida real mas allá de la televisión, llevo casi tres semanas sin consumirla;  He descubierto que aun hay sitios donde las personas se reúnen en torno aun teléfono, y no los teléfonos en torno a personas. Incluso aquí, uno, empieza a dar valor al poco frecuente hilito de agua caliente que sale de la ducha, porque si, aquí las duchas son duchas.

Y los mas curiosos, se preguntaran, “a todo esto…¿Qué otra cosa hiciste para perderte un partidazo como el de ayer?” Un Luis pretérito habría contestado…”me engañaron y fui a ver cuatro paredes de barro”. El Luis de ayer pudo observar las ruinas de Chan Chan, una ciudad creada a base de barro compactado, que tiene una antiguedad de  1.100 años aproximados. Un asentamiento que albergó a la rica y local cultura Moche, pueblo que existió por estas tierras hasta la invasión de la cultura Inca, y es que ya lo dice el dicho “quien a hierro mata, a hierro muere”.




Tras este último párrafo puede haber algún lector reflexionando, acerca de un posible y mas que probable cambio en mi personalidad. Un nuevo Luis, trascendental y filosófico, que esta tratando de abrirse camino ayudado y animado por esta experiencia. Para tranquilizar a toda aquella persona que por un momento lo pueda o haya podido pensar…




“Porque la cabra siempre tira al monte..”

Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro " mierda un peor".  El caso es que he escrito lo que quería escribir

Haciendo el peor desde Huanchaco

Luis

P.D. La cancion de la semana….y sintiÉndolo mucho….por ser la única canción española que escuche hasta el momento, y por consiguiente la única de la que conocía parte de letra es para…



miércoles, 3 de octubre de 2012

EL GRINGO




Aun recuerdo la primera conversación que mantuve en Perú, fue en Lima, hace apenas dos semanas y fue, como no, con un taxista. Recuerdo estar hablando con él acerca de la cantidad de turistas que visitaban la zona y lo que solían hacer, pero iluso de mi, le preguntaba como aquel que se considera nativo por el mero hecho de hablar una misma lengua. ¡Que equivocado estaba!

Tardé poco tiempo en entender que era otro turista mas. Curiosamente no fue por el hecho de andar con ropas veraniegas mientras ellos aun vestían abrigos y jerséis de lana, cuando llegué era aún invierno. Ni tampoco descubrí mi condición al sentir las constantes miradas, en ocasiones inquisitoriales, en ocasiones de sorpresa y curiosidad. No. Me sentí extranjero cuando, por primera vez, escuché esa palabra que me seguiría acompañando hasta el día de hoy, y supongo que hasta el día que regrese a España: "...estas loco gringo!!!". Salió de un taxi de los conocidos, aquí, como no muy seguros. Y pensareis, ¿que narices hiciste para que pusieran el grito en el cielo con esa frase? Fácil, aquí, en Perú, mi acción es considerada como una locura. En España, solo se le conoce como cruzar una calle por un paso de cebra, cuando el señorito del semáforo deja de sentir vergüenza y te invita a pasar transformándose a verde. Algún día me gustaría hablar sobre el tráfico local...

Así fue como descubrí que era un gringo. Yo, que siempre pensé que el gringo era ese norteamericano que iba con su sombrero vaquero y su pañuelo de confederado atado al cuello. Pues no, aquí también se conoce como gringo al europeo, alto o bajo; con piel clara o mas oscura; rubio o moreno, y si encima es algo desgarbado y con cierta cara de "cartuli", "pringles", "empanao" o despistado, dependiendo del lector elegirá el adjetivo mas idóneo, como la mía, el nivel de "gringrismo" aumenta en tres puntos.

Hace unos días, hablando con una médica voluntaria de Canarias, me soltó la frase "Luis, aquí uno no es realmente un gringo, hasta que no tiene diarrea y no lo intentan robar". Me recorrió por el cuerpo, desde la uña del dedo meñique del pie hasta la última punta del pelo de mi cabeza, una sensación de cierto miedo al escucharla decir eso. A decir verdad no sé a cual de las dos tenía pánico, bueno, realmente si lo se, pero supongo que queda algo feo  si confieso. Digamos que Murphy me visitó al día siguiente, y me explicó sentado en un trono de porcelana, en que consistía eso de su temida ley.

Y como al parecer los españoles somos muy orgullosos, estereotipo que tienen el resto de europeos de nosotros, decidí convertirme en un gringo autentico. Me tenían que intentar robar. Los mas agoreros pensaran en un hombre encapuchado que asalta al español de turno en un callejón a oscuras con su cuchillo, su navaja, o porque no, su pistola con la que acaba de matar a otros tres turistas por apenas unos soles. No tuve tanta suerte, no es que quiera volver en una cajita de madera a mi casa. Es que a mi me intento robar una mujer entrada en años en su puestecito de fruta. A continuación relato lo acontecido.