domingo, 18 de noviembre de 2012

UN PERÚ EN LA MOCHILA




Supongo que aún es demasiado pronto para imaginar que tal, humilde, blog cuenta con seguidores acérrimos procedentes de las cuatro esquinas del mundo. Sé, que aquel lector a quien, este conglomerado de frases, le pudieran llamar la atención, han sido, quizá solo coetáneos en momentos puntuales de mi vida, son y serán parte de mi entorno cercano. Pero, por si hubiere algún/a curioso/a que, seguramente guiado por una mala escritura en Google, haya dado a parar con sus ojos en, éste, mi blog, me gustaría tener el placer de situarlo.

De nacionalidad española. Mi nombre es Luis, natural de Alcázar de San juan ,provincia de Ciudad Real, la cual, a su vez, se enmarca en la región de Castilla La Mancha. Mi localidad, o pueblo, es bien conocido como Corazón de La Mancha. Comarca caracterizada por sus grandes llanuras donde coexisten encinas y olivos, rodeados, como no, de extensos campos de vid. La climatología que, el manchego, puede experimentar alterna fríos y secos inviernos, con crudísimos verano. En un territorio donde las lluvias son, cada vez mas, escasas, no hace falta explicar lo de sus estériles ríos.

¿Por qué este preámbulo similar a una clase de geografía de quinto curso de colegio? Sencillo. Tengo mucho aprecio a las gente y a las tierras donde nací y me crie. Me siguen gustando los atardeceres a pies de Gigantes quijotescos. Incluso sigo apreciando el solano, viento típico manchego, que nos levanta y nos acompaña en esos arduos días veraniegos. Por no decir de su, hasta la fecha, casera y humilde pero, sin embargo, inigualable gastronomía. Pero, querido lector, yo soy de esas personas, algo raras, a las que les gusta ver la lluvia tras el cristal. Incluso podía afirmar que mis glándulas lacrimales tienen esa, extraña, sensación de querer dar a luz, cada vez que me encuentro un paisaje donde el verde y las montañas son la tónica habitual.

Durante el  largo trayecto de avión, fantaseaba sobre las plantas y animales exóticos que tendría la suerte de encontrar a mi llegada. Imaginaba que Huanchaco sería ese pueblecito del litoral pacífico, el cual, contaría, además, con  innumerables zonas boscosas y verdes, dignas de  documentales selváticos que todos estamos cansados de ver. Como dijo aquél, “sales de Málaga y entras en Malagon”. Aún recuerdo la decepción de los primeros días.

Su paisaje, a excepción de la socorrida y pedregosa costa, lo componían infinitas kilometradas amarillentas y, lo que es peor, secas. Con una humedad, en ocasiones, cercana al 80 por cierto, el jefe del Sistema Solar, se convierte en el enemigo público de la lechosa piel del europeo. Manadas de perros, callejeros, se enfrascan en sendas luchas, a muerte, por conseguir la escasa sombra que les ofrece el poste de luz o la marquesina de turno. ¿Esto es Perú? ¿Y lo verde? ¿Dónde están los enormes ríos con aguas turbulentas? Consejo para el futuro viajero, siempre se ha de mirar la situación geográfica donde se viajara, os ahorrareis sofocones similares.

Por suerte, y espero que al igual que el lector, provengo de la familia de los sapiens. Cuya característica principal, o al menos una de ellas, es la necesidad de curiosearlo todo. De este modo descubrieron el fuego, la caza y todas esas situaciones primigenias que se nos enseña desde sapiencitos. Así que junto a un grupo de congéneres, tratamos de escapar de la rutina huanchaquera, decidimos viajar, por los alrededores, con el objetivo de encontrar vida fuera de nuestro entorno.

Gracias a ese culo, o trasero, inquieto, dimos a parar con paisajes y situaciones mas acordes con mis esquemas iniciales. Encontramos, a 6 horas de distancia, Cajamarca. Ciudad inca, a 2.700 kilómetros de altura sobre el nivel del mar, donde el conquistador Pizarro atrapo y elimino al Inca Atahualpa, bla bla bla...Lo mejor de todo era que, ¡Llovia!, y de que manera. Hacía años que, mis ojos, no veían caer tanto flujo de agua en tan poco tiempo. Había vacas pastando por las verdes y escarpada laderas. Y aunque en ciertos momentos lo  pasamos mal por el frio, no vestíamos ropaje adecuado, era estimulante y novedoso sentir y respirar aire fresco, tan distinto al existente en la ciudad de la primavera  eterna.

Un entorno frondoso en el que perderse, mientras oscuras nubes van,  poco a poco, acortando el día mientras descargan, furiosas,  todo lo que tienen dentro de sí. Un terreno donde poner a prueba el calzado europeo; botas que, sin duda, no estaban hechas para esas vivencias. Al principio se es reacio a pisar aquel  charquito que dificultad el camino. Al final se termina orgulloso de cada gota de barro y suciedad, que, como muescas, dan importancia y credibilidad a  tan extraordinaria aventura.

Y no contentos con eso, a las pocas semanas, pudimos descubrir, a escasa minutada, un pedacito de verdadero desierto. Un paisaje, digno de latitudes saharianas, que había estado escondido ante nuestros ojos. Aunque el calor, como no, fue fiel acompañante, pudimos convertirnos en expertos chefs, rebozando nuestras magras carnes en una fina, crujiente y sabrosa capa de  arena. En paraje de tal belleza, como éste, si realizamos la ecuación: un peor inexperto + una tabla de sandboard + una duna enorme + ganas de hacer el tonto, tendremos siempre como resultado final algo parecido a esto…




Porque, es cierto que desde que tenemos uso de razón, tenemos esa necesidad, creo que innata, de querer ser poseedores de aquello que nos es ajeno o prohibido. Queremos tener entre nuestras manos ese juguete de aquel niño; el coche del vecino o esa novia/o de aquel chico/a. Siempre hemos escuchamos eso de “no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos”. Y quizá sea verídico. Pero, aún, sigo pensando que sería mas pintoresco, si Don Quijote mordiera el polvo en un cerro lleno de césped.

Esta es una pequeña parte de la inmensidad del Perú. Haces días  entendí que mi tiempo por aquí esta llegando a su fin. Tres meses es un periodo demasiado escaso para poder disfrutar de la selva, de la parte amazónica o del sureño Machupichu, si, suena a sacrilegio estar en Perú y no visitarlos. Tendré que volver. ¡Quién sabe que ocurrirá de aquí a unos meses!..

Quizá todo esto sea solo literatura para enganchar a la gente a mi experiencia. Quizá todo esto solo valga para ganarme algún que otro "mierda un peor".  El caso es que he escrito lo que quería escribir


Haciendo el peor desde Huanchaco


Luis


P.D. Porque esta semana descubrí que la canción que llevo cantando hace años, desde que el Daewoo nos permitió usar el CD en el coche, trata sobre una mujer peruana. Lo que son las cosas…Así que Joaquín Sabina se la tenía que ganar esta semana...



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